Lo que compartimos también nos define

A veces creemos que crecer es una tarea solitaria. Que avanzar, aprender o transformarnos depende solo de nuestra fuerza de voluntad. Pero cuando compartimos tiempo con personas que también quieren aprender, algo dentro de nosotros se expande.

Este fin de semana pasado lo he comprobado. He estado en un evento de formación, pero lo que más nos ha impactado no han sido solo los contenidos, sino las personas. Nos hemos reunido con un grupo con inquietudes, con preguntas, con ganas de avanzar. Personas que no se conforman con lo de siempre. Personas que quieren comprender mejor el mundo y construirse una vida más consciente.

Y la sensación ha sido poderosa: no estamos solos.

En medio de una de las sesiones alguien dijo una frase que se me quedó grabada:
«Somos la media aritmética de las cinco personas con las que más tiempo pasamos.»

Y me resonó profundamente.

Porque cuando nos rodeamos de personas que nos inspiran, que nos empujan con cariño, que creen en el cambio, algo cambia también en nosotros. Empezamos a pensar diferente, a sentirnos más capaces, a imaginar posibilidades que antes no veíamos.

Hay algo muy valioso en compartir camino con otros. En encontrar un grupo donde podamos hablar sin filtros, preguntar sin miedo, aprender sin sentirnos juzgados. Un lugar donde las ideas fluyen, donde los errores no son fracasos sino aprendizajes compartidos, y donde los logros se celebran como propios.

Ese tipo de espacios no se improvisan. Se construyen. A veces nos llegan sin buscarlos, otras veces tenemos que salir a encontrarlos. Y, siendo honestos, no siempre es fácil. Hay momentos en los que nos sentimos solos en nuestras inquietudes, como si fuéramos los únicos que pensamos así, que sentimos así, que soñamos distinto.

Pero cuando por fin damos con esas personas, con esa tribu, todo cobra sentido. Es como si una parte de nosotros respirara mejor. Porque por fin estamos en un entorno donde no necesitamos explicarnos tanto, donde nuestras preguntas no parecen raras, donde podemos ser nosotros mismos sin filtros.

Y entonces entendemos que compartir no es solo disfrutar. También es crecer.
Crecer con otros. Aprender de ellos. Aportar desde lo que somos.

Por eso hoy quiero compartir esta idea
Buscar un entorno que te sume, que te nutra, que te inspire, es una forma de cuidar tu crecimiento.

No se trata de rodearse de gente perfecta. Se trata de compartir la vida con personas que también están en el camino. Que se hacen preguntas. Que quieren aprender. Que no lo saben todo, pero lo intentan.

Y si todavía no has encontrado a esas personas, no te rindas. Están ahí fuera. A veces están más cerca de lo que creemos. A veces también están esperando a alguien como tú para sentirse acompañadas.

Y cuando miramos atrás, muchas veces descubrimos que no fueron los libros, ni los cursos, ni los retos personales lo que más nos cambió… sino las personas con las que compartimos el camino.

Así que, si ya tienes a tu alrededor personas que te impulsan, abrázalas fuerte.
Y si todavía no las has encontrado, sigue buscando. Están ahí. Y también están en ti.

Al final, lo que compartimos nos define.
Y lo que cultivamos en comunidad, nos transforma.

Crecer es valioso.
Pero crecer con otros…
Eso es lo que nos hace humanos.

2 comentarios en “Lo que compartimos también nos define”

  1. Muy bien gracias escrito Carlos. Cuando pasas un trance así como el tuyo, que te descoloca la vida, a veces también te la coloca por los nuevos ojos con que la disfrutas.
    Un abrazo

    1. Muchas gracias por tus palabras 🙏
      Es verdad… a veces algo que parece rompernos por dentro termina siendo lo que nos recompone desde otro lugar.
      Mirar la vida con nuevos ojos no siempre es fácil, pero cuando pasa, uno aprende a valorar lo esencial y a conectar de forma más profunda con los demás.
      Gracias por leer y por compartirlo conmigo.
      Un abrazo grande 💙

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio