También eso es un logro

A veces pensamos que no estamos logrando nada. Que no avanzamos. Que todo lo que hacemos es intentar no hundirnos demasiado. Y sin embargo, si afinamos un poco la mirada, descubrimos que seguimos caminando. A nuestro modo, con nuestro ritmo. Pero caminando al fin y al cabo.

Recuerdo muy bien el primer día que volví a caminar después de mis operaciones. No fueron más de cinco pasos. Y fueron eso: cinco pasos. Temblorosos, torpes, lentos. Pero para mí fueron una conquista. Un gesto de vida. Porque hasta entonces, ni eso podía.

En ese momento me sentí ridículo, lo confieso. Me invadió una tristeza honda. Pensaba en todo lo que había perdido: la soltura, la seguridad, la velocidad. Pensaba en cómo antes subía escaleras sin notarlo, en cómo corría para alcanzar el autobús, en cómo iba y venía por la ciudad como si nada. Y ahora… ahora apenas podía mantenerme en pie.

Pero algo se encendió dentro de mí ese día. Algo muy pequeño. Como una chispa. Me di cuenta de que no podía seguir comparándome con el que fui. Que ese juego solo traía frustración y rabia. Empecé a mirar esos cinco pasos no como una sombra de mi pasado, sino como un comienzo. Como algo nuevo. Como un logro. Porque lo era.

Y entonces empecé a mirar otras cosas con la misma ternura. El día que volví a escribir una palabra con la mano temblorosa. El momento en que logré abotonarme la camisa sin ayuda. La primera vez que salí solo a la calle, aunque fuera a la esquina.

Son cosas que antes dábamos por sentadas. Leer, escribir, caminar, recordar un nombre, preparar un desayuno. Pero cuando la vida nos quita el automático, todo eso se vuelve extraordinario. Y ahí es cuando uno aprende a mirar distinto.

No hay logros pequeños cuando uno está reconstruyéndose. Lo aprendí en carne propia. A veces el logro del día es simplemente haberse levantado de la cama. A veces es haber podido llorar. O haberse permitido reír. A veces es haber dicho «no puedo» sin sentir vergüenza.

Y pienso que, si ya lo hicimos una vez, si fuimos capaces de aprender a vivir de una manera nueva, aunque fuera a base de tropiezos y dudas, entonces podemos volver a hacerlo. No se trata de «volver a ser los de antes». Se trata de seguir siendo, desde donde estemos. Con lo que tengamos.

Cada vez que nos decimos «esto no es suficiente», nos estamos olvidando del camino que ya hemos hecho. De lo que nos costó llegar hasta aquí. De todo lo que logramos en silencio, sin aplausos, sin testigos.

A veces hay que detenerse un momento y decir: «Hoy he podido hacer esto. Ayer no podía. Mañana no lo sé. Pero hoy sí». Y sostener esa certeza como quien sostiene una llama en medio de la noche.

Porque, aunque nos cueste verlo, estamos llenos de logros.

Aunque nadie los celebre, aunque parezcan pequeños, aunque a veces se nos olviden.

Ahí están. Sosteniéndonos desde adentro. Recordándonos que seguimos vivos.

2 comentarios en “También eso es un logro”

Responder a Montse Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio